En medio de los efectos de la pandemia COVID 19, el mundo vive un momento histórico de incertidumbre global que cruza y afecta a la humanidad entera, desde autoridades, instituciones, empresas, familias y personas, indistintamente; en donde lo único claro es que ya nada volverá a ser igual y que solo falta saber cómo esta realidad nos impactará.
En Chile importantes sectores económicos emergentes tales como el turismo, transporte aéreo y terrestre, industria del retail y sector construcción e inmobiliario, por nombrar sólo algunos, eran hasta ayer poderosos motores del desarrollo económico y hoy enfrentan un escenario desalentador, por no decir catastrófico.
Por su parte, las instituciones financieras también deberán enfrentar un escenario particularmente alarmante, debido a que el riesgo asociado a sus porfolios se ha visto alterado mas allá de lo esperado, pudiendo llegar incluso a niveles indeseablemente desconocidos. Grandes empresas que hasta antes de la pandemia COVID 19 y del estallido social eran consideradas por sus niveles de ventas, inversión en activos y niveles de rentabilidad como “Sujetos de Crédito AAA+”, hoy bien podrían ser consideradas empresas de alto riesgo.
El cierre de las fronteras, sectores económicos prácticamente “sin movimiento”, niveles de inversión privada paralizada y el aislamiento social, están provocando una caída de la actividad económica que muy probablemente se traducirá en desempleo a tasas de 2 dígitos, conformando un escenario propicio para una aguda crisis económica local. La prestigiosa economista de Harvard y máxima autoridad del Fondo Monetario Internacional FMI, Sra. Kristalina Gueorguieva, pone al mundo en alerta al vaticinar que se avecina la peor recesión económica mundial de todos los tiempos.
La Ley 20.720 que permite que toda persona natural pueda declararse en quiebra si su nivel en endeudamiento sobrepasa ampliamente su capacidad de pago, podría provocar que miles de deudores se acojan a dicho cuerpo legal y así poder aliviar su carga financiera generadas por el sobreendeudamiento de créditos de consumo o endeudamiento no garantizado, impactando directamente al sector financiero y retail, principalmente.
Estos escenarios traen consigo también un impacto directo en la percepción y valoración del riesgo por parte de las instituciones financieras y empresas comerciales e industriales al momento de tomar decisiones de crédito y financiamiento de activos de trabajo y/o bienes de capital, pero muy especialmente en la valoración de sus porfolios de clientes y proveedores.
Por definición, la incertidumbre ralentiza la toma de decisiones, especialmente cuando se trata de decisiones de inversión intensivas en uso de capital y cuyos plazos de recuperación son a mediano y largo plazo, o bien, cuando su ejecución depende de la obtención de financiamiento de largo plazo a través de bancos e instituciones financieras. En estos casos la incertidumbre actúa con “fuerza negativa”, es decir, produce un efecto en cadena de contracción del consumo e inversión, provocando iliquidez en la economía y con ello un deterioro en la percepción del riesgo sistemático, lo cual termina por encarecer y limitar el acceso al crédito.
En el caso muy particular de Chile, junto con sufrir el embate devastador de la pandemia del COVID 19, el país sufrió un duro golpe a la economía local propinado por el estallido social, caracterizado por un alto grado de desenfreno colectivo que se tradujo en saqueos, violencia social, destrucción de activos e inversión pública y privada, lo que ciertamente mermó la confianza y contrajo la inversión privada, razón por la cual, es del todo esperable que nuestra economía entre en recesión, cuyo ajuste tendrá costos imprevisibles y que, como siempre ocurre, golpeará principalmente a grupos socioeconómicos de bajos ingresos y sectores sociales emergentes. 
Austeridad, prudencia y solidaridad serán conceptos a los que tendremos que poner oído y atención.
